martes, 30 de agosto de 2011

La última Morocota


Como muchos saben las morocotas eran las monedas de veinte dólares americanos, de curso legal no solo en la tierra para la que fueron acuñadas, sino en muchos otros países, como el nuestro. 
Las morocotas fueron parte fundamental en la precaria economía venezolana de finales del Siglo XIX y principios del XX, junto con el pachano -que era similar pero acuñada en Venezuela, si no me equivoco con valor facial de cinco bolívares- y los fuertes de plata.
Era la época en la que la economía no andaba con sutilezas y los medios de intercambio tenían su valor intrínseco en todo el sentido de la palabra. Hoy en día las morocotas que van quedando forman parte de colecciones y vendedores especializados. 
Recientemente, una de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos, Filadelfia, se entretiene con una historia que tiene que ver con la última serie alguna vez acuñada de morocotas. Hoy en día se las conoce con el nombre “1933 Double Eagle”. 
Confieso que no entiendo por qué lo de doble, ya que la cara que presenta el águila sólo muestra un ave rapaz, y del otro lado aparece una hermosa dama de principios del Siglo XX.
Este grupo de monedas nunca salió a la circulación, fue desmonetizado en una serie de medidas que buscaban proteger a la tambaleante economía norteamericana durante la gran depresión, las cuales resultaron en el abandono del patrón oro en una devaluación que según algunos que conocen el tema mejor que yo, profundizó la crisis en lugar de aliviarla.
Las monedas nunca salieron en circulación, y su refundición en lingotes fue ordenada. Como casi todas las historias interesantes de la vida, esta comienza en el momento en que la orden no se sigue. Una de estas monedas tuvo una vida azarosa, digna de la mejor ficción. Esta historia ya está bastante bien contada, por lo que me abstengo de escribirla y me remito a la fuente:
Este interesante artículo no solo habla de la primera moneda, sino de un pleito legal que existe en Filadelfia sobre unas diez monedas adicionales que fueron encontradas escondidas en la caja fuerte en un banco propiedad de un joyero desde los tiempos de la gran depresión.
Lo más interesante para mi de la historia es que el gobierno norteamericano, aún después de casi ochenta años, se mantiene firme en su posición de considerar estas diez monedas como bienes robados y por lo tanto sin derechos para los pretendientes propietarios. Posición que fue ratificada por decisión de un un jurado.
Como se ve, el oro nunca pasa de moda.   

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